Escuchar verdaderamente a alguien es un acto de amor. No se trata solo de oír palabras, sino de abrir el corazón y brindar atención genuina. En un mundo donde todos quieren hablar, ser escuchado se convierte en un regalo invaluable.
Cuando escuchamos con el alma, sin interrumpir, sin juzgar, sin pensar en qué responderemos después, le estamos diciendo al otro: "Eres importante para mí. Me interesa lo que sientes y lo que piensas". La escucha activa fortalece los lazos, sana heridas y genera confianza.
El amor se expresa en los detalles, y prestar atención a lo que el otro dice (y a lo que calla) es una de las formas más profundas de demostrar afecto. Escuchar requiere paciencia, empatía y presencia. Es un acto de entrega en el que dejamos de lado nuestro ego para hacer espacio a la voz del otro.
En nuestras relaciones, cuando escuchamos con amor, creamos un puente de comprensión y cercanía. A veces, no necesitamos dar consejos ni soluciones, solo estar ahí, con el corazón abierto, para decir sin palabras: "Te veo, te entiendo, estoy contigo".